Hace varios años estuve reunido con un cliente y su equipo porque planeaban renovar su logo.
Querían mi opinión sobre el mismo.
Más allá del tema de fondo, lo que me desconcertó fue que una persona de marketing estaba segura que el logo tenía que graficar “su esencia y sus valores”.
¿Cómo diablos haces para transmitir honestidad, conocimiento y atención a los detalles en una gráfica?
No hay forma.
Esta persona estaba en una grave confusión.
El logo es un elemento identificador que debe llenarse de significados.
Cuando nace puede ser estético, llamativo, simple o complejo, pero sólo el tiempo y todo lo que haga la empresa cada vez que tiene contacto con su público, conseguirá que comience a significar algo.
Imaginémonos el día uno en la vida del logo de Apple.
La empresa se llama Manzana y su logo es una manzana mordida… ¿qué habrá pensado la gente?:
– Es una empresa relacionada al agro,
– No… a la alimentación saludable
– Quizás sea una frutería
– …y la lista puede seguir.
Hoy, ¿qué nos evoca ese símbolo?
Siendo radicales y considerando lo antes dicho, el logo podría ser prácticamente cualquier grafismo, y en cierta forma, sí, es verdad.
Pero aquí entra a tallar otro detalle: el potencial de proyección de un buen logo es algo que no puede dejarse al azar.
Antes de seguir, me corregiré, dejaré de hablar de logo y ahora lo llamaré marca.
Una marca bien concebida es la mejor manera de diferenciarse y ser único.
Existe una metodología que garantiza marcas potentes.
Es el Branding.
Por eso, cuando consideres que es el momento de dar un gran salto, pide un trabajo de Branding.
Es cierto, es más costoso y requiere más tiempo, pero el resultado es una herramienta de crecimiento empresarial, no sólo… un logo.